Los síntomas de la hidrocefalia varían dependiendo de la edad del paciente.
A los bebés de menos de un año se les deforma la cabeza
significativamente. Los huesos del cráneo, unas finas láminas óseas que
todavía no se han fusionado entre sí, están conectados por un tejido
fibroso denominado suturas. En los bebés, estas suturas, también
conocidas como "puntos blandos”, todavía no se han endurecido y, por lo
tanto, se dilatan y sobresalen debido a la presión ejercida por el
exceso de líquido cefalorraquídeo.
Consecuentemente, un bebé con hidrocefalia tendrá la cabeza deformada
—generalmente mucho más grande que otros bebés de la misma edad. Otros
signos de la hidrocefalia en lactantes son:
- abombamiento de la fontanelas
- suturas “separadas” o “abiertas” —existencia de una separación excesiva entre los huesos del cráneo adyacentes
- crecimiento rápido del perímetro craneal
- venas inflamadas detectables a simple vista
- los ojos pueden estar desviados hacia abajo, con la esclerótica (parte blanca del ojo) visible por encima del iris (parte coloreada del ojo), confiriéndoles una apariencia de "puesta de sol”
Dependiendo de la gravedad del trastorno, los bebés también pueden
experimentar somnolencia, irritabilidad, vómitos y convulsiones. En
casos extremos, también pueden tener "retraso del crecimiento", es
decir, pueden tardar más tiempo del normal en alcanzar los hitos
evolutivos o experimentar “regresiones”, volviendo a comportamientos
propios de etapas evolutivas previas.
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