domingo, 30 de noviembre de 2014

TRATAMIENTO.

Derivaciones

Si a un niño le diagnostican una hidrocefalia, el tratamiento dependerá de la edad del niño, la causa de la acumulación de líquido cefalorraquídeo en el cerebro (si se debe a una obstrucción, una sobreproducción u otro problema), y el estado de salud general del niño.
La colocación de derivaciones, que han sido el tratamiento estándar durante décadas, implica implantar quirúrgicamente el final de un catéter (un tubo flexible) dentro del ventrículo cerebral y el otro extremo en la cavidad abdominal, las cámaras del corazón o el espacio que rodea los pulmones, donde se drenará el líquido cefalorraquídeo para que pueda ser absorbido por el torrente sanguíneo. Una válvula regulará el flujo para evitar drenajes tanto excesivos como insuficientes.
Aunque este procedimiento suele ser eficaz en la hidrocefalia, las probabilidades de fracaso y de complicaciones son elevadas. En torno al 30% de las derivaciones dejan de funcionar durante el primer año, y el 5% lo hacen durante cada uno de los años consecutivos, con la consecuente reaparición de los síntomas. El niño tendrá que volver a ser intervenido para corregirle el problema —bien sustituyéndole el catéter, la válvula o toda la derivación. La mayoría de niños a quienes les implantan derivaciones tienen que ser operados varias veces a lo largo de su vida para solucionar los problemas que van surgiendo en la derivación.
Las infeccione son otro de los efectos secundarios de las derivaciones, y ocurren en un 5% a 10% de estas intervenciones. Los niños desarrollan los típicos signos de infección, como fiebre y rigidez de cuello, y pueden experimentar molestias en la zona del implante o dolor de abdomen. La mayoría de los infecciones se desarrollan durante los primeros meses posteriores a la colocación de la derivación y requieren extraer temporalmente el dispositivo mientras el niño recibe antibióticos por vía intravenosa durante un período de tiempo de hasta dos semanas.



SINTOMAS.

COMO SE PUEDE DETECTAR.

Los síntomas de la hidrocefalia varían dependiendo de la edad del paciente.
A los bebés de menos de un año se les deforma la cabeza significativamente. Los huesos del cráneo, unas finas láminas óseas que todavía no se han fusionado entre sí, están conectados por un tejido fibroso denominado suturas. En los bebés, estas suturas, también conocidas como "puntos blandos”, todavía no se han endurecido y, por lo tanto, se dilatan y sobresalen debido a la presión ejercida por el exceso de líquido cefalorraquídeo.
Consecuentemente, un bebé con hidrocefalia tendrá la cabeza deformada —generalmente mucho más grande que otros bebés de la misma edad. Otros signos de la hidrocefalia en lactantes son:
  • abombamiento de la fontanelas
  • suturas “separadas” o “abiertas” —existencia de una separación excesiva entre los huesos del cráneo adyacentes
  • crecimiento rápido del perímetro craneal
  • venas inflamadas detectables a simple vista
  • los ojos pueden estar desviados hacia abajo, con la esclerótica (parte blanca del ojo) visible por encima del iris (parte coloreada del ojo), confiriéndoles una apariencia de "puesta de sol”
Dependiendo de la gravedad del trastorno, los bebés también pueden experimentar somnolencia, irritabilidad, vómitos y convulsiones. En casos extremos, también pueden tener "retraso del crecimiento", es decir, pueden tardar más tiempo del normal en alcanzar los hitos evolutivos o experimentar “regresiones”, volviendo a comportamientos propios de etapas evolutivas previas.

CAUSAS

Causas de la hidrocefalia.

Cuando todo funciona correctamente dentro del cerebro, el líquido cefalorraquídeo circula por unas cavidades estrechas denominadas ventrículos cerebrales y sale del cerebro a través de un pequeño depósito ubicado en la base del cerebro denominado cisterna. El líquido cefalorraquídeo se encarga de distribuir los nutrientes por el cerebro y de arrastrar los productos de desecho de las áreas sensibles, siendo luego absorbido por el torrente sanguíneo.
Si se produce una obstrucción del flujo del líquido cefalorraquídeo en cualquiera de los ventrículos cerebrales, este se acumulará dentro del cerebro, provocando hidrocefalia. Esta acumulación de líquido también puede ocurrir cuando el plexo coroideo (la parte del cerebro que fabrica líquido cefalorraquídeo) produce una cantidad excesiva de líquido cefalorraquídeo o cuando el torrente sanguíneo no lo puede absorber adecuadamente.
Cuando la hidrocefalia está presente desde el nacimiento, puede estar provocada por trastornos como la espina bífida (cuya principal causa es el desarrollo anómalo de la columna vertebral) o la estenosis del acueducto (un estrechamiento de un pequeño conducto denominado "acueducto de Silvio" que conecta entre sí los dos principales ventrículos cerebrales).
La hidrocefalia adquirida está provocada por una hemorragia intracraneal, es decir, un sangrado dentro del cerebro. Esto puede ocurrir en bebés prematuros y en niños que han sufrido traumatismos craneoencefálicos.
Pero no todos los casos de hidrocefalia se pueden explicar por las causas aquí mencionadas; algunos niños desarrollan hidrocefalia de causa desconocida.

CONCEPTO DE HIDROCEFALIA.

HIDROCEFALIA.


La hidrocefalia es un trastorno cerebral cuyo nombre proviene de las palabras griegas “hidro” (que significa agua) y "cefalus” (que significa cabeza). 
Ocurre cuando el líquido cefalorraquídeo —el líquido transparente similar al agua que rodea y protege al cerebro y la médula espinal— no se puede drenar adecuadamente, por lo que se acumula, provocando un exceso de líquido dentro del cráneo.
A veces denominada “agua en el cerebro", la hidrocefalia puede hacer que a los bebés y los niños pequeños se les deformen e hinche la cabeza debido al exceso de líquido existente en su interior. Los niños mayores, cuyos huesos craneales ya han madurado y se han fusionado, experimentan fuertes dolores de cabeza debido al incremento de la presión intracraneal.
Si no se trata, la hidrocefalia puede provocar lesiones cerebrales, pérdida de capacidades mentales y físicas e incluso la muerte. No obstante, si se diagnostica pronto y se trata oportunamente, la mayoría de niños se recuperan bien.